Desde que empecé con este blog me prometí a mi misma que no iba a hacer caso a los números, suficiente tenemos con el peso, la estatura, la talla de ropa… Esto lo iba a hacer para mi, como un diario personal de lo que normalmente me interesa cada día, con la única diferencia de que iba a estar abierto al mundo.
Luego caes en los patrones y no paras de mirar estadísticas y de pensar en que el trabajo está perdido, que a nadie le va a interesar lo que escribes, no hay quien comparta tus intereses y que no sirve de nada.
En esos momentos es el miedo, que utilizando a la duda, te quiere hacer creer que no vale la pena. En la vida he dejado de hacer muchas cosas, he perdido muchas oportunidades precisamente por miedo. Así que me voy a tomar estas líneas para mi misma, como un compromiso con el universo en el que intento fluir.
Es inconcebible que nos pongamos este tipo de presiones, presiones que son internas, por patrones inventados por nosotros para satisfacer expectativas de otros, porque para mi, el solo hecho de escribir es suficiente. El hecho de tener un propósito es mas de lo que me he permitido en los últimos años.
Pero aún así, me sigo sintiendo como que si decepcionara a todos. A mis padres que quería una hija abogada, a mi esposo que se casó una abogada, a mi hijo que seguro preferirá una madre abogada, abogada, abogada, abogada….. y muero de terror cada vez que me tocan el tema o me hacen alguna consulta porque si se la respuesta, no quiero hablar de eso, porque si no la se, me siento terrible porque se supone que la debo saber, pero no es normal que no quieras hablar de algo que forma parte de ti, que se supone has elegido como carrera con base en tu vocación profesional, algo no está bien entonces.
Y lo peor es que la mayoría de la gente no comprende como puedo desperdiciar la vida que podría tener si estuviera en el ejercicio de mi profesión y para mi es como si me atravesaran con mil clavos a la vez, suena muy gráfico pero es mi realidad.
De la última mudanza (llevo 11 a mis espaldas) me queda una sola caja por abrir, llena de mis libros y mis apuntes del master, del doctorado, de la especialización, de la homologación y de ese proyecto de vida como abogada que nunca se concretó.
He invertido mas de 10 años de mi vida intentando superar un miedo irreal porque es que nunca he sido abogada en realidad. Mi corazón no tiene letras, tiene dibujos, tiene imágenes, vectores y colores, tiene mucha fiesta y mucha alegría. Está al aire libre y viendo la felicidad en la cara del protagonista del evento y me he empeñado en calzarme en una estructura que no me pertenece, en una oficina oscura con mucha gente con traje, seria y vestida de negro, con el corazón envenenado (al menos los mas exitosos) y con la mala intención en la mente eternamente.
Cuando tenia 15 años me dieron a elegir entre médico, abogado o ingeniero, «porque era muy inteligente y no podía desperdiciar mi talento», lo feliz que hubiese sido si hubiera nacido tonta!. No era buena en matemáticas, así que ingeniero no, no soportaba la sangre, así que médico tampoco… abogada! Cuando tienes 15 años no estás en condiciones de decidir el resto de tu vida, así que dejé que otros decidieran por mi para no decepcionar a nadie.
A la única persona a la que le he faltado en estos años es a mi misma. Y es que hasta que no probara «ser abogada» no podía continuar con otra cosa. Tenía que descartar eso primero.
Y ahora está esa caja en el medio de la casa. Esperando a San Juan, para arder en las llamas. Es curioso que la vida me diera unos días para asumirlo, para interiorizarlo y para aceptar la realidad.
Soy una persona constante, si asumo una responsabilidad la cumplo por encima de todo y el solo hecho de escribir un post diario 5 veces por semana, me ha hecho recuperar mi respeto en mi misma. Yo se que es una tontería y se que lo leen muy pocas personas, pero lo leo yo y me siento orgullosa de haber dado este paso.
Tengo muchos proyectos de futuro que no se si van a concretar o no, pero el principal es el perdonarme a mi misma por hacerme comer el brócoli del derecho durante mas de 10 años, castigándome como si me hubiese portado mal.
Espero que el día siguiente a San Juan pueda escribir un post con una foto inmensa de mis libros y códigos ardiendo, porque es lo que mi alma necesita para poder tener un poco de paz, yo se que es un gesto tonto, pero es que tengo esos libros en el medio de la casa, como siempre ha estado el derecho, atravesado y fuera de sitio.
P.D: No ardieron, no fue posible pero hoy van a la papelera municipal sin falta.